Primer golpe. Los Estatutos. La hora de la verdad
El sábado que viene, día 15, se someten a votación los nuevos
estatutos del Consejo, una obra que puede considerarse como el hijo
póstumo de Adolfo Arenas principal impulsor de este proceso que se
encuentra a punto de terminar. Para el común de los cofrades y
capillitas, los estatutos tienen el mismo interés que la constitución
del Vietnam, es decir ninguno, pero si se supiera que este tipo de
textos son los que determinan muchas cosas de la Semana Santa quizá
cambiaríamos de opinión.
En principio hay dos cuestiones relevantes: el texto en si y saber
si se van a aprobar por esa mayoría de dos tercios que se exige. Esto
parece que se salva. Desde la dimisión del anterior presidente ante el
estado de zozobra generalizado, la mayoría de las cofradías críticas
con el texto han virado de postura. Saben que si no se sacan adelante
los estatutos la crisis del Consejo y de las hermandades en general no
hará más que agigantarse.
El texto en si tiene una garantía de origen como es la composición
de la comisión redactora. Caviedes, Esquivias, Berjano, Domínguez del
Barco, Pérez Franco, Piñero, Rodríguez Hidalgo forman parte del elenco
más prestigioso del mundo de la semana santa y consta que esto también
ha arrimado apoyos. Y respecto al contenido, el articulado consagra un
sistema de listas cerradas para elegir a la junta superior que
supuestamente evitarán los problemas internos de estos últimos tiempos.
Un asunto que sigue planteando dudas sin embargo es el acceso de nuevas
cofradías a la nómina. Si los días, y no el conjunto de las
hermandades, son los responsables de admitir o no a los aspirantes, se
consagrará ese federalismo que tan nefasto ha sido en el pasado y en el
presente. ¿Qué pasaría si a los hermanos mayores de un día les pica un
bicho y deciden admitir a lo todo lo admisible e incluso a lo
inadmisible? Esto no es algo probable pero si posible con estos
estatutos que están a punto de romper aguas.
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