Puede que haya sido por lo extraordinario del momento. Puede que fuera por las ganas de Semana Santa que había. Puede que tuviera algo que ver el sol que ayer reinó en la ciudad o que ayer Triana fuera ya un hervidero con los besapiés del Cachorro y La O…
Se le pueden buscar mil motivos que justifiquen el lleno absoluto que registró el barrio ayer pero hay una razón que, únicamente, lo justifica: la grandeza de la hermandad de San Gonzalo.
Por encima de decisiones favorables o erróneas, la multitud de ayer vino a corroborar que se trata de una hermandad pujante donde las haya.
El silencioso traslado fue interrumpido constantemente con aplausos que, en especial, se sucedieron a las puertas de la capilla de la Estrella, donde el misterio recogió al paso de palio tras refugiarse allí el Lunes Santo.
Como es sabido, desde el Consejo se quiere imponer que los traslados de regreso a los templos sean en silencio, para evitar triunfales momentos que no dejan de ser consecuencia de una “mojá” cuando se pretendía hacer estación de penitencia.
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