Ayer, domingo, 23 de octubre, pudimos vivir en la basílica cuando unos minutos antes de la hora fijada, las 19,30 horas, los sones de la Centuria Macarena , dirigida por el inigualable Pepe Hidalgo, anunciaban el comienzo de la procesión.
Evidentemente estar integrada en una hermandad del tirón de la Macarena es para tener una envidia sana por el resto de corporaciones de gloria, pero es que la Stma. Virgen del Rosario y su niño dormido en el hombro de la Madre también ponen mucho de su parte para que tantas y tantas personas se acerquen a rezarles o, simplemente, a verlos.
Una bulla digna de Semana Santa se concentraba delante del paso y detrás de los ciriales, formada por varas y espectadores, recordando la Madrugada del Jueves al Viernes Santo.
En el interior del templo se encontraba observando la salida el presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas, con el anterior hermano mayor macareno, Juan Ruiz.
Antonio Santiago, con su hijo Manuel Antonio y Ernesto Sanguino fueron los encargados de mandar a la cuadrilla de costaleros y la banda del Carmen de Salteras, como es habitual, puso las notas musicales tras el paso de la Señora.
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