Por: Antonio Carmona Enríquez.
Todos los sevillanos y los cofrades somos grandes amigos de LA CUARESMA. La Cuaresma es a lo que se le llama al tiempo de preparación y a los cofrades, el miércoles de Ceniza (día en el que empieza la Cuaresma) nos anuncia que quedan 40 días para que los nazarenos blancos de la Hermandad de la Paz derrochen paz por ese parque de María Luisa e inauguren oficialmente la Semana Santa sevillana o también nos anuncia que quedan 38 días para que llegue el día grande de nuestro barrio, Pino Montano.
Como decía en mi primera línea de este articulo que me permite esta revista, los cofrades somos muy amigos de la Cuaresma. Pero hay amigos especiales. Ellos son los priostes de las hermandades (pertenecientes a la Junta de Gobierno) y su equipo de priostía.
Ellos son los que, cuando visitamos Besamanos, Triduos, Quinarios y todo tipo de cultos, montan los altares de sus titulares. Muchos de los componentes de estos grupos son jóvenes, y ellos son los próximos en ser priostes y traspasar esta tradición a sus futuras generaciones.
Me viene a la mente, y nunca se me olvidará ese 17 de febrero de 2012, que con la invitación de nuestro profesor de matemáticas, Mario, íbamos 6 amigos cofrades por 3ª vez a ayudar al equipo de priostes de la Hermandad de San Bernardo. Nunca olvidaré de mi mente ese día en el cual tres de las muchas personas con gran corazón de San Bernardo, Ángel Brito, Jesús y Kiko, nos recibían y empezábamos a montar el altar del Quinario. Y lo que tampoco jamás olvidaré es que ese mismo 17 de febrero de 2012 tuve en mis manos al Santísimo Cristo de la Salud y su Bendita madre María Santísima del Refugio.
Ellos y su equipo, son también os que montan los pasos para que podamos verlos relucientes por las calles de Sevilla y son los que siempre tienen abiertas las puertas a todos los cofrades que quieran colaborar con la Semana Santa sevillana y sus cofradías.
Si leen este articulo, agradecerles esa tarde cofrade a ellos tres, a su equipo y a nuestro profesor Mario.
Y a los lectores invitarlos a que se acerquen a la casa hermandad de sus cofradía y que participen con su hermandad, en la cual pasaran muchos grandes días con muchas buenas personas.
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